Aliens, el regreso. Ácido, pólvora y bíceps

Título original: Aliens.

Año: 1986.

Nacionalidad: Estados Unidos.

Director: James Cameron.

Reparto: Sigourney Weaver, Lance Henriksen, Michael Biehn, Bill Paxton, Paul Reiser, Carrie Henn, Jenette Goldstein, William Hope.

Reseña y críticas.

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-Por BorjaPino.

“No está nada mal para ser humana”

Bishop (Lance Henriksen)

 

Si, con Alien, el octavo pasajero, Ridley Scott logró crear un paradigma en el nuevo cine de terror interplanetario, con Aliens, el regreso su director, James Cameron, consiguió sentar las bases no sólo de una nueva manera de entender el cine de monstruos extraterrestres con malas pulgas, sino también el de acción y, estirando un poco más el hilo, el bélico. Así, esta primera secuela de la ya mítica saga se sale de la senda trazada por la primera película, relegando el componente terrorífico a un plano secundario, y anteponiendo el derroche de adrenalina, los tiroteos y la acción a raudales, todo ello aderezado con algún que otro susto. Y resulta de lo más sorprendente – y grato – comprobar que, con esa apuesta, el futuro titán de Hollywood acertó de pleno, consiguiendo una película de calidad, lo suficientemente próxima a su predecesora como para que los fans de la saga no se sintieran ofendidos, pero también lo bastante diferente como para hacer de las comparaciones un ejercicio de futilidad.

Fue el propio Cameron, asistido por Walter Hill y David Giler, quien escribió el guión de esta cinta, que sitúa la historia varias décadas después de los hechos de El octavo pasajero. Sigourney Weaver vuelve a ponerse en la piel de la teniente Ellen Ripley, oficial de la nave mercante Nostromo, quien es rescatada y devuelta a la Tierra, donde, sin embargo, todos sus seres queridos han muerto. Traumatizada por los sucesos acontecidos en la primera cinta, Ripley deberá enfrentarse de nuevo a los “xenomorfos” cuando una colonia minera explotada por la compañía a la que servía la Nostromo sea asolada por esos monstruos. Así, la dura oficial tendrá que guiar a un pelotón de marines coloniales de los Estados Unidos para recuperar el control del planeta y neutralizar la amenaza.

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Cualquiera con unos mínimos conocimientos en materia de cine bélico comprobará que el argumento, con matices, es el que ha sostenido – y sostiene todavía – más de una película de guerra de cuantas pueblas anualmente salas y videoclubs: un grupo de soldados aguerridos, musculosos y bastante brutos, equipados con armamento de tecnología punta y máxima letalidad que, sin embargo, se ven desbordados – en este caso, incluso fecundados – por la desconocida amenaza a la que se enfrentan. Una apuesta segura, sólida y mil veces vista, pero a mediados de los 80 resultó totalmente revolucionaria en el ámbito del cine de ciencia ficción. Por primera vez, soldados convencionales se enfrentaban a unos bichos malos como el hambre, insensibles a las armas humanas y con las peores intenciones imaginables. Y perdían, claro. Espero que se me perdone el spoiler.

Con creación cinematográfica, Aliens es una buena película, una mezcla en proporciones justas de acción, suspense y terror. También es un contenedor para mensajes de fuerte calado social, como la voracidad de las grandes corporaciones, decididas a sacrificar las vidas que sean necesarias con tal de maximizar sus beneficios, o la crítica directa a la guerra de Vietnam, que sirvió de inspiración a Cameron a la hora de redactar el guión. En aquel conflicto los soldados estadounidenses y sus aliados, pese a su indiscutible supremacía armamentística, se vieron desamparados ante el enemigo, aislados en un territorio hostil y a merced de un rival sin nada que perder, diestro en unas técnicas de combate para las que los occidentales no estaban entrenados. Lo mismo sucede en esta obra, en la que los marines coloniales van cayendo uno tras otro por efecto del ácido y de las mandíbulas de los xenomorfos, sin poder hacer otra cosa que replegarse metro a metro y tratar de huir del planeta infestado.

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Por fortuna para esos desdichados soldados, su líder no es otra que Ellen Ripley, la irreductible heroína de la  primera película, e icono de la fortaleza y autosuficiencia femeninas en el cine. Cameron volvió a contar con la multipremiada Weaver para dar vida a la teniente, y su reelección jugó netamente a favor de la película – no fue casual la nominación al Oscar que obtuvo por su trabajo –. El carisma y la sensibilidad que la actriz derrocha son pilares maestros de esta criatura, en cuyo reparto, sin embargo, también destacan un joven Bill Paxton, el posteriormente malogrado Michael Biehn o Lance Henriksen, caracterizado como el androide Bishop, motivo de desconfianza para Ripley, primero, y clave para la supervivencia del grupo, después.

La puesta en escena es mucho más rica que en la primera entrega, por supuesto, teniendo en cuenta que el escenario pasa de ser una nave mercante a todo un planeta. Con sus instalaciones en ruinas, azotado por la lluvia y bajo el riesgo constante de desaparecer por las emanaciones de gases, la roca sobre la que los protagonistas viven sus desventuras se convierte en un actor más, lúgubre y amenazador, en cuyos recovecos se puede ocultar no uno, sino varios alienígenas hambrientos y perversos. Es difícil no pensar en Blade Runner o en Desafío final al ver ese escenario apocalíptico, una premonición en toda regla del más que probable trágico final de quienes pongan un pie en él.

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Y ahí está otro gran acierto de este título. El enemigo ya no es un único xenomorfo, sino cientos de ellos, llegados al planeta en la misma nave que la tripulación de la Nostromo trató de auxiliar en la cinta precedente. Tras ser descubiertos por una familia de infortunados mineros, los monstruos se propagan por la roca, aniquilando a sus pobladores. El hecho de que sean tanto minimiza la sensación de terror, es cierto, pero multiplica la de desamparo, pues el espectador es consciente desde el primer momento de que, por poderosas que sean sus armas, ese reducido grupo de militares vigoréxicos poco podrán hacer ante tamaña horda.

Por todo ello, Aliens se postula como una de las entregas más jugosas de la saga, diferente tanto a su progenitora como a las secuelas que la sucedieron, de nuevo más próximas al cine de terror puro y duro. Un entretenimiento de calidad – obtuvo dos de los siete Oscar a los que optaba – y con mensaje, con un aire “retro” indudablemente bienvenido, que ha creado toda una legión de fans y que todavía hoy es considerada por muchos como la más interesante de la serie.

Una respuesta a “Aliens, el regreso. Ácido, pólvora y bíceps

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  1. Aquí es cuando Cameron dejó claro que iba a ser el mejor de la historia en lo realmente suyo: la acción. Otras artes quizás no las domina tan bien, pero para la ACCIÓN -así con mayúsculas- es el mejor director que ha habido. Peliculón.

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